jueves, 24 de febrero de 2011

desastrosamente

La maldición de la moral

La ira prepotente de la razón

La puta melancolía y la ilusión de futuros cuando se van de las manos las posibilidades de concretarlos

Es un hecho la rendición, es un hecho la salvación

La hora de que seamos ángeles ha llegado

Y el porqué de ser es simplemente el ser mismo

Luego de los sentimientos vienen las acciones,

Y así se comienza a ver un lugar presente en el olvido…

Toma forma de color piel, y se la ve rezando al altar ennegrecido d magia, oscuro por la noche creada por el eclipse solar… y ella sigue rezando, más hipnotizada que siempre, se la ve de rodillas frente a un altar pagano en medio de la playa; un altar hecho de maderitas y con fuego debajo.

Hay dos personas más, dos hombres que cantando alegóricamente se acercan al fuego con un conejo entre las manos, un conejo vivo aún.

Se postran ante el fuego y mientras la demencia de los cantos se hace más contagiosa, le van rompiendo las patas delanteras y traseras al conejo, que se une en el gemido de dolor que parecen estar generando estas tres personas.

Ya quebradas sus piernas, lo echan al fuego, sosteniéndolo con las propias manos, y quemándose también ellos sendas manos derechas.

La mujer sigue sin levantar la vista, como hipnotizada por el silencio que parece rodearla, inmune a los gritos de dolor de ambos personajes.

Los gritos se hacen escuchar, y comienzan a oirse perros ladrar y lobos aullar y gruñir. Los sonidos se acercan, y un halo de luz oscura, como si absorviese la luz d eclipse q le llega, comienza a envolver a la mujer, ahora murmurando palabras y con brillantes ojos verdes reluciendo más de lo normal. Se forma una especie de huevo con la luz oscura y la mujer desaparece en él, mientras el huevo empieza a separarse del suelo.

Los gritos del conejo cesaron ante la muerte, mientras ahora los dos hombres comienzan a observarse…lentamente, sacan de sus bolsillos estiletes bien afilados, y en un unísono grito que los une, cortan ambas manos, cada uno del otro.

La sangre comienza a brotar, y es ahora q entre ellos se dan pelea, lastimándose mutuamente...

El huevo-mujer ahora pareciera más siniestro, contagiando ira a los perros y lobos que se acercaron al lugar, generando una masacre de violencia.

Se ve a lo lejos algunos gatos resguardados del peligro, pero observando todo atentamente.

Y yo, que miro todo desde esta cueva alejada, comienzo a sentir deseos de sangre, y de acercarme a los hechos…tratando de dominarme, logro golpearme la cabeza lo bastante fuerte contra la pared como para caer desmayado…

Ya pasó el peligro y aunque el eclipse continúa, ahora ya no pertenezco a su locura. Se ve que el dolor sentido por el golpe es bastante, pero me imagino que es lo que me trae a la realidad y me niega el aun querer acercarme.

Ahora veo que en la hoguera arde el cuerpo de uno de los dos hombres, mientras que el otro está de rodillas mirando al huevo-mujer, que deja transparentar la imagen de la mujer adentro.

Veo como se va hinchando el vientre de la mujer, y va tomando forma de embarazo. Es increíble, es como si dentro del huevo el tiempo pasara más deprisa, y cuanto más se hincha el vientre, más transparente se vuelve la luz negra que forma la cáscara del huevo, mientras va bajando a la superficie y la deposita en la playa nuevamente.

Finalmente el hombre cae rendido por la pérdida de sangre me supongo, y al mismo tiempo la mujer yace con las piernas abiertas dando a luz entre una enorme jauría de perros y lobos que observa.

Nace el niño, comienza a llorar. Y es ahí cuando uno de los lobos se adelanta a la escena, mordiendo el cordón umbilical y separándolo de su madre.

La jauría comienza a morder y a comer al cuerpo de la mujer que en sólo 15 minutos quedó embarazada y dio a luz; y el niño deja de llorar. Se queda mirando al lobo que lo ayudó en el parto. Terminado el cuerpo de la mujer, ya sin quedar vestigios siquiera, la jauría rodea a ambos, y se quedaron así por horas.

Cuando al fin se abrieron y pude ver, ya no había ni niño ni lobo.

Y el eclipse comienza a retroceder, disipando a los animales y dejando más de una incógnita en mí.