viernes, 1 de marzo de 2013

Palabras oscuras




Nos encontramos sentados a tu mesa, fumando.  Palabras y silencios, cuando de tus oídos salió una sombra entre líquida y gaseosa, salió cayendo, resbalando de tus orejas, tu lóbulo, mandíbula, cuello.  La vi caer por tus brazos, tu cuerpo, llegando a tu cintura, siguiendo por las piernas.  Vos quieta, mirando un punto lejano, como enfrascada en un dolor.  La sombra siguió por tus pies, mojando el piso; no sabría decir si tenía peso y por eso caía o simplemente se movía a voluntad.  En el suelo de baldosas comenzó a expandirse, y te cubrió las pisadas.
Vos parecías gritar en silencio, quieta ante la magia oscura que salía de vos.  Yo no podía moverme, solo observaba.  Formó un círculo debajo tuyo y siguió creciendo mientras continuaba saliendo sombra de tus oídos y yo, que estaba tan cerca tuyo, me vi hipnotizado por la fuerza atrayente de la oscuridad.
El círculo nos incluyó, la sombra comenzó a trepar por mi cuerpo; sentí una especie de calma desesperada.  Así nuestros cuerpos fueron como pintándose de negro y una burbuja comenzó a inflarse, un globo con nosotros incluídos.  Fuimos el centro de lo oscuro, y cuando el entorno desapareció de mi vista fija, ¡ZAS! Una luz enceguecedora estalló desde nosotros mismos y me perdí en la inconsciencia.

Abrí los ojos en una playa; arena, médanos, más allá pasto bien verde, árboles, vegetación; agua que iba y venía, y vos, viniendo hacia mí con la sonrisa y una luz violeta en tu mano izquierda.  El cielo de colores naranja, rojo, verde, lila, celeste, una cúpula de colores vivos que se movían entre sí mismos y la noche q de la otra mitad de la cúpula tomaba forma.
Mi pecho se abrió, salió de él sangre recordándome la textura de la sombra, un hilo de sangre que corrió hasta tu mano izquierda.  En la mano, la luz viraba al celeste con la sangre que le llegaba.  La luz absorbía sin crecer de tamaño y vos mientras seguías acercándote a mí, con tu sonrisa y tu mano abierta.
El hilo de sangre continuaba y la luz ahora se volvió de un rojo muy intenso.  Pusiste tu mano en mi pecho y depositaste esa luz; mi pecho se cerró.  Sentí como si me llenara, como una saciedad parecida a la de luego del sexo.
Mis nervios cesaron, mi calma fue enorme.

En silencio nos vimos.  Sentí nauseas, te vi desmayarte y desaparecer como un fantasma, me desmayé.  Abrí los ojos y me encontré nuevamente en el comienzo, con un cigarrillo en una mano, delante de tuyo en la mesa de tu casa.