Nos encontramos sentados a tu
mesa, fumando. Palabras y silencios,
cuando de tus oídos salió una sombra entre líquida y gaseosa, salió cayendo,
resbalando de tus orejas, tu lóbulo, mandíbula, cuello. La vi caer por tus brazos, tu cuerpo,
llegando a tu cintura, siguiendo por las piernas. Vos quieta, mirando un punto lejano, como enfrascada
en un dolor. La sombra siguió por tus
pies, mojando el piso; no sabría decir si tenía peso y por eso caía o
simplemente se movía a voluntad. En el
suelo de baldosas comenzó a expandirse, y te cubrió las pisadas.
Vos parecías gritar en silencio,
quieta ante la magia oscura que salía de vos.
Yo no podía moverme, solo observaba.
Formó un círculo debajo tuyo y siguió creciendo mientras continuaba
saliendo sombra de tus oídos y yo, que estaba tan cerca tuyo, me vi hipnotizado
por la fuerza atrayente de la oscuridad.
El círculo nos incluyó, la sombra
comenzó a trepar por mi cuerpo; sentí una especie de calma desesperada. Así nuestros cuerpos fueron como pintándose
de negro y una burbuja comenzó a inflarse, un globo con nosotros incluídos. Fuimos el centro de lo oscuro, y cuando el
entorno desapareció de mi vista fija, ¡ZAS! Una luz enceguecedora estalló desde
nosotros mismos y me perdí en la inconsciencia.
Abrí los ojos en una playa;
arena, médanos, más allá pasto bien verde, árboles, vegetación; agua que iba y
venía, y vos, viniendo hacia mí con la sonrisa y una luz violeta en tu mano
izquierda. El cielo de colores naranja,
rojo, verde, lila, celeste, una cúpula de colores vivos que se movían entre sí
mismos y la noche q de la otra mitad de la cúpula tomaba forma.
Mi pecho se abrió, salió de él
sangre recordándome la textura de la sombra, un hilo de sangre que corrió hasta
tu mano izquierda. En la mano, la luz
viraba al celeste con la sangre que le llegaba.
La luz absorbía sin crecer de tamaño y vos mientras seguías acercándote
a mí, con tu sonrisa y tu mano abierta.
El hilo de sangre continuaba y la
luz ahora se volvió de un rojo muy intenso.
Pusiste tu mano en mi pecho y depositaste esa luz; mi pecho se
cerró. Sentí como si me llenara, como
una saciedad parecida a la de luego del sexo.
Mis nervios cesaron, mi calma fue
enorme.
En silencio nos vimos. Sentí nauseas, te vi desmayarte y desaparecer
como un fantasma, me desmayé. Abrí los
ojos y me encontré nuevamente en el comienzo, con un cigarrillo en una mano, delante
de tuyo en la mesa de tu casa.
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