Realidades

Desde la cornisa de un espejo, sutilmente caigo hacia un encuentro, enredado en un vaivén de dicotomías silenciosas.  Me encuentro en una cueva, donde hay una imagen encendida, de colores vivos, mas de piedra parecería.  Creo el sentir es el color, como de pájaros que vuelan entre esfuerzo y libertad. 

Yendo en silencio al espacio cautivo, cautivo de sombras que siembran soledad, vislumbro la imagen encendida, es una niña casi enceguecida.  Con ojos cristalinos escucha perdida la oscuridad, creo, entendiendo movimientos, seduciendo en su bondad.  Es la imagen de un alma, perdida entre espacios, entre ecos de pensamientos y divergentes alegorías. 

Se funden momentos, conectando emociones, partiendo de figuras, generando ilusiones.  No pensemos en futuro, vivamos en presente, creyendo el tiempo y el espacio son meros componentes, de una vida entrelazada, de personas y creencias. 

Comprendo vale oro su pasión enceguecida, y entonces prendo fuego mi alma, desatando su sonrisa, exponiendo sentimientos.  Las ganas son sinceras similitudes, de verse reflejada, de sentirse abrazada. 

La cueva toma sentido de refugio compartido, y con luces y sonidos despertamos sueños casi entumecidos.  No esperamos, solo soñamos, solo vivimos entre pasiones y tacto, entre sábanas, tomados de la mano.